Bien, pero … ¿Cómo explicarlo, sobre todo si no estoy seguro de tener razón?
Este era mi tercer concierto de los Real McKenzies. Anteriormente creo que habían tocado tres veces en el Kafe Antzokia, una sala que personalmente me parece ideal. De esas tres visitas a Bilbao, pude estar en la primera (presentando “Loch’d & Loaded”) y en la última (presentando “10.000 Shots”).
La primera ocasión que los ví fueron toda una revelación. Apenas los conocía (su página web en geocities allá por 1999 era muy pobre y mis intentos de conseguir algún CD de ellos habían sido en vano), aún así creo que era de los pocos que tenían una cierta idea de lo que se iban a encontrar. Sin embargo, mis expectativas se quedaron cortas. Los Real McKenzies resultaron ser mucho más locos en escena de lo que me había imaginado y me gustaron tanto que me compré todos los CDs al salir del concierto.
Posteriormente sacaron “Oot & Aboot” y “10.000 Shots”. No sé porqué, pero esos discos no me engancharon tanto. Sí, eran la misma banda, pero notaba algo distinto. En cualquier caso, con el recuerdo tan grato de su primera visita, la segunda vez que los fui a ver iba decidido a pasármelo bien. Y me lo pasé, pero no fue igual. La banda demostró que eran unos verdaderos animales del directo, con un show impactante. Aún así, me pareció que en muchos momentos la gaita perdía protagonismo e incluso que apenas se oía. En resumen, que el recuerdo que tengo es que me quedé con la sensación de haber visto a una gran banda de punk californiano. Quizá estuviera equivocado.
Pero volvamos a 2010. Esta vez la banda acudía a una sala mayor, el RockStar Live de Barakaldo. Nunca había estado allí, pues la última vez que Flogging Molly tocaron por aquí fue en dicha sala, pero no pude ir. Había empezado a apreciar el “10.000 Shots”, pero el “Off The Leash” me había defraudado. De modo que no sabía qué me iba a encontrar esta vez. Labor de mentalización, llevarse el “Oot & Aboot”, el “10.000 Shots” y el “Off the Leash” al coche y revisitarlos.
De los tres, los dos primeros en seguida se apoderaron de mí y los valoré bastante más que en el momento en que se publicaron. De modo que pensaba que iba con el humor ideal para pasármelo bien. Además teniendo en cuenta que Dropkick Murphys siempre pasan de largo nuestra ciudad, que no se pudo montar un concierto de Pipes and Pints en Bilbao o cercanías y que los programadores de las salas de la zona han dejado escapar a otras bandas como The Mahones o The Dreadnoughts no hace mucho, pocas ocasiones iba a tener de disfrutar de una de mis bandas favoritas.
Apertura de puertas 20h00. Concierto a las 21h00. La sala tiene una capacidad para 2.200 personas. No está a rebosar, pero la asistencia es muy grande. El escenario es amplio, pero el lugar no resulta tan “acogedor” como el Kafe Antzokia. Da igual, hemos venido a disfrutar. Alguien se pone nervioso y grita “Es la hora”. Aún habrá que esperar un rato hasta que la banda salga a escena a las 21h20. Toque de batería tipo tambor de guerra y la banda entona un tema a capella. Paul ¿lleva gafas? Sí.
Otro tema sigue y el tercero es uno que me entusiasma, “Scott Wa Hae”. Las canciones van cayendo una tras otra. Algo falla. Paul me parece bastante estático y a pesar de que a “Dirty” Kurt Robertson y a “The Bone” se les ve enchufados, tengo la ligera impresión de que la banda está algo cansada. Es su segunda gira europea desde que empezó 2010 por lo que tampoco sería de extrañar.
Tras doce temas, la banda se prepara para dar un giro al concierto y empezar una segunda parte acústica. La primera canción es “Wild Mountain Thyme” (Will Ye Go, Lassie Go). Le siguen otros entre los cuales se encuentran “King o’ Glasgow” y “Sawney Beane Clan” que, todo hay que decirlo les quedan muy bien. Sin embargo, y es mi opinión, dejan pasar la oportunidad de que el gaitero se luzca. No es así y en la mayoría de los temas este toca la guitarra (por cierto, es zurdo).
La banda vuelve al formato eléctrico con “I Hate My Band” tras solamente seis temas acústicos. Conforme avanzan las canciones da la impresión que la banda esta por fin retomando las riendas del asunto. Otros ocho temas y dan por finalizado el concierto. Bises. Un primer tema instrumental y la banda sube bastantes octanos. Estos últimos cinco temas me muestran una banda diferente: “Auld Mrs. Hunt”, “Thistle Boy”, increíble, por fin Paul coge el micrófono. ¿Y cómo acabar? De la única manera posible, con “Bugger Off”
22h58. El concierto se ha acabado tras unos 32 temas. Vuelta a casa.
Una vez más, diversas sensaciones. Los Real McKenzies disponen de las tablas y los recursos suficientes para sacar adelante cualquier concierto. Y creo que este fue uno de esos días en los que la banda no estaba en plena forma, pero con su profesionalidad lograron ocultarlo. Quizá para los chavales que llegaron a primera hora y compraron sus camisetas antes del concierto, este fue genial. Pero para mí, con el listón tan alto que pusieron la primera vez que los ví, en Barakaldo faltaron esos pequeños detalles que diferencian un buen concierto de uno inolvidable. En cualquier caso, si los Real McKenzies tocan en vuestra ciudad, un consejo: no dejeis de ir, que el espectáculo está asegurado. Yo no me los perderé cuando vuelvan.
P.D. Sí, Paul nos enseñó el culo. Y también tocó el mini-saxofón.
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Este era mi tercer concierto de los Real McKenzies. Anteriormente creo que habían tocado tres veces en el Kafe Antzokia, una sala que personalmente me parece ideal. De esas tres visitas a Bilbao, pude estar en la primera (presentando “Loch’d & Loaded”) y en la última (presentando “10.000 Shots”).
La primera ocasión que los ví fueron toda una revelación. Apenas los conocía (su página web en geocities allá por 1999 era muy pobre y mis intentos de conseguir algún CD de ellos habían sido en vano), aún así creo que era de los pocos que tenían una cierta idea de lo que se iban a encontrar. Sin embargo, mis expectativas se quedaron cortas. Los Real McKenzies resultaron ser mucho más locos en escena de lo que me había imaginado y me gustaron tanto que me compré todos los CDs al salir del concierto.
Posteriormente sacaron “Oot & Aboot” y “10.000 Shots”. No sé porqué, pero esos discos no me engancharon tanto. Sí, eran la misma banda, pero notaba algo distinto. En cualquier caso, con el recuerdo tan grato de su primera visita, la segunda vez que los fui a ver iba decidido a pasármelo bien. Y me lo pasé, pero no fue igual. La banda demostró que eran unos verdaderos animales del directo, con un show impactante. Aún así, me pareció que en muchos momentos la gaita perdía protagonismo e incluso que apenas se oía. En resumen, que el recuerdo que tengo es que me quedé con la sensación de haber visto a una gran banda de punk californiano. Quizá estuviera equivocado.
Pero volvamos a 2010. Esta vez la banda acudía a una sala mayor, el RockStar Live de Barakaldo. Nunca había estado allí, pues la última vez que Flogging Molly tocaron por aquí fue en dicha sala, pero no pude ir. Había empezado a apreciar el “10.000 Shots”, pero el “Off The Leash” me había defraudado. De modo que no sabía qué me iba a encontrar esta vez. Labor de mentalización, llevarse el “Oot & Aboot”, el “10.000 Shots” y el “Off the Leash” al coche y revisitarlos.
De los tres, los dos primeros en seguida se apoderaron de mí y los valoré bastante más que en el momento en que se publicaron. De modo que pensaba que iba con el humor ideal para pasármelo bien. Además teniendo en cuenta que Dropkick Murphys siempre pasan de largo nuestra ciudad, que no se pudo montar un concierto de Pipes and Pints en Bilbao o cercanías y que los programadores de las salas de la zona han dejado escapar a otras bandas como The Mahones o The Dreadnoughts no hace mucho, pocas ocasiones iba a tener de disfrutar de una de mis bandas favoritas.
Apertura de puertas 20h00. Concierto a las 21h00. La sala tiene una capacidad para 2.200 personas. No está a rebosar, pero la asistencia es muy grande. El escenario es amplio, pero el lugar no resulta tan “acogedor” como el Kafe Antzokia. Da igual, hemos venido a disfrutar. Alguien se pone nervioso y grita “Es la hora”. Aún habrá que esperar un rato hasta que la banda salga a escena a las 21h20. Toque de batería tipo tambor de guerra y la banda entona un tema a capella. Paul ¿lleva gafas? Sí.
Otro tema sigue y el tercero es uno que me entusiasma, “Scott Wa Hae”. Las canciones van cayendo una tras otra. Algo falla. Paul me parece bastante estático y a pesar de que a “Dirty” Kurt Robertson y a “The Bone” se les ve enchufados, tengo la ligera impresión de que la banda está algo cansada. Es su segunda gira europea desde que empezó 2010 por lo que tampoco sería de extrañar.
Tras doce temas, la banda se prepara para dar un giro al concierto y empezar una segunda parte acústica. La primera canción es “Wild Mountain Thyme” (Will Ye Go, Lassie Go). Le siguen otros entre los cuales se encuentran “King o’ Glasgow” y “Sawney Beane Clan” que, todo hay que decirlo les quedan muy bien. Sin embargo, y es mi opinión, dejan pasar la oportunidad de que el gaitero se luzca. No es así y en la mayoría de los temas este toca la guitarra (por cierto, es zurdo).
La banda vuelve al formato eléctrico con “I Hate My Band” tras solamente seis temas acústicos. Conforme avanzan las canciones da la impresión que la banda esta por fin retomando las riendas del asunto. Otros ocho temas y dan por finalizado el concierto. Bises. Un primer tema instrumental y la banda sube bastantes octanos. Estos últimos cinco temas me muestran una banda diferente: “Auld Mrs. Hunt”, “Thistle Boy”, increíble, por fin Paul coge el micrófono. ¿Y cómo acabar? De la única manera posible, con “Bugger Off”
22h58. El concierto se ha acabado tras unos 32 temas. Vuelta a casa.
Una vez más, diversas sensaciones. Los Real McKenzies disponen de las tablas y los recursos suficientes para sacar adelante cualquier concierto. Y creo que este fue uno de esos días en los que la banda no estaba en plena forma, pero con su profesionalidad lograron ocultarlo. Quizá para los chavales que llegaron a primera hora y compraron sus camisetas antes del concierto, este fue genial. Pero para mí, con el listón tan alto que pusieron la primera vez que los ví, en Barakaldo faltaron esos pequeños detalles que diferencian un buen concierto de uno inolvidable. En cualquier caso, si los Real McKenzies tocan en vuestra ciudad, un consejo: no dejeis de ir, que el espectáculo está asegurado. Yo no me los perderé cuando vuelvan.
P.D. Sí, Paul nos enseñó el culo. Y también tocó el mini-saxofón.
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2 comentarios:
buena la reseña, creo que todos los que nos gustan los mckenzies y les hemos visto notamos que el de Barakaldo no fue su mejor concierto.
Fue muy profesional, eso si, todo en su sitio, pero poco etiico que es lo que vuelve a la banda explosiva.
Aupa Hibai,
Me alegro que coincidamos en lo esencial. La verdad es que me costó un poco escribir la reseña, pues me parecía que estaba transmitiendo una visión demasiado personal. Pero al final, de eso se trata, de dar una opinión. Esperemos que la próxima vez los RMcK vuelvan por sus fueros.
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